São Vicente - Roteiro

Descubierta el 22 de enero de 1462, la isla de São Vicente, nombre del santo del día, como era tradición, tuvo una población tardía, más de dos siglos después de Santiago, entre 1794 y 1850. Eso no impidió el acelerado crecimiento y la transformación de la isla en un palpitante espacio cosmopolita, económico, cultural y natural, donde se puede encontrar a cada paso, preciosos ejemplos de tradición africana, pero que aquí fue mucho más marcada por contribuciones de otros orígenes, no sólo la portuguesa, como la inglesa, e incluso la japonesa y brasileña.

A ello contribuyó el rápido desarrollo económico de la región, que siguió a la población, vinculado a la apertura de los puertos coloniales portugueses, a la navegación extranjera y a la instalación de compañías inglesas de carbón, sustituido más tarde por el abastecimiento de otros combustibles. A tal punto, que la Capitanía de los Puertos de Cabo Verde pasó de la playa a Mindelo en 1881.

La ciudad de Mindelo es la capital de la isla y una de las más dinámicas de Cabo Verde, principalmente desde el punto de vista de la actividad económica y cultural. Su desarrollo se basó, en gran medida, en el funcionamiento del Porto Grande, fundamental para la historia de la navegación del país. El puerto se construyó en la hermosa bahía de aguas profundas más vistosas que rodea la ciudad, y que le está eternamente asociada, un signo que, sin duda, conquistó fama fuera del archipiélago. En los muelles, son más numerosos cada año los cruceros que traen turistas a esta isla.

Mientras que, en el lugar del muelle más antiguo, hace pocos años se instaló un puerto deportivo, ya frecuentado por numerosos barcos de recreo.

La cuna de Mindelo fue Pracinha da Igreja, a partir de la cual se trazaron las primeras calles y se levantaron las primeras casas. Dos grandes influencias marcaron en gran medida el crecimiento de la ciudad, caracterizándola para siempre por su cosmopolitismo: la colonial portuguesa y la británica. A cada paso del viajero, los hermosos edificios de Mindelo son testigos de esos orígenes que hacen las delicias de los historiadores y arquitectos empeñados en la tarea de conservación del patrimonio construido. Destacan, por ejemplo, el Palacio del Gobierno (actual Palacio dela Presidencia) y el Ayuntamento, que requiere una mirada atenta. La Rua de Lisboa, centro neurálgico de la ciudad, con el Palacio a lo alto y la escultura del águila, que conmemora la primera travesía aérea del Atlántico realizada por Gago Coutinho en el puerto, concentra el comercio más tradicional, incluyendo el Mercado, así como cafés y otros establecimientos que conservan el aroma de su rica Historia. Curiosidad suscita también el edificio de la Capitanía, réplica de la lisboeta Torre de Belém levantada en la Avenida Marginal.

Mindelo también impresiona cuando se observa globalmente, a distancia. El punto ideal para hacerlo es el Fortim do Rei, la construcción más antigua y elevada de la ciudad, que data de 1852. La vista panorámica que se divisa desde ahí es imponente, destacando el contraste entre la extensa mancha de construcciones, ordenadas, coloridas y bien cuidadas, y la aridez del paisaje circundante, en forma de anfiteatro, realzado, por el lado opuesto de la Bahía, más allá de Lazareto, el Monte Cara, una referencia de la isla. La naturaleza y el movimiento de los elementos se encapricharon en dotar a esta elevación con un perfil que, visto desde la ciudad se asemeja a un gigantesco rostro humano.

Un exponente de la cultura de Cabo Verde es, en Mindelo, junto a la música y la danza, la artesanía, un museo vivo que alberga algunos de los más importantes aspectos de la evolución de la cultura del país, desde los tiempos más remotos de la población. Desde la alfarería hasta la pintura y la tapicería, esta última con un desarrollo apreciable, que se percibe en las numerosas piezas que decoran muchos de los hoteles y otros edificios públicos en todo el archipiélago. Hay que destacar asimismo la fabricación de instrumentos musicales de cuerda, especialmente violones y “cavaquinhos”, que alimentan en buena parte la inclinación del caboverdiano, en especial el mindelense por la música.

Los jóvenes y menos jóvenes interesados en tener un contacto con estos caminos del arte, pueden disfrutar aquí de una formación específica, contribuyendo igualmente de esta manera a que no desaparezcan manifestaciones artísticas profundamente asociadas a la idiosincrasia del pueblo de Cabo Verde.

Y cuando llega la noche, Mindelo no se retira a descansar. Las cálidas noches en la ciudad son inolvidables, al igual que las manifestaciones de la pujanza cultural del país y de la isla de São Vicente. Tierra de poetas y todo tipo de artistas de las más variadas expresiones, Mindelo deja recuerdos únicos en el visitante de la ciudad y siente el pulso de sus noches tropicales.

Las calles se llenan espontáneamente de fiesta; los sonidos mágicos de las mornas entonadas por dolientes violones y voces penetrantes, salen de los restaurantes donde la gastronomía tradicional proporciona momentos de deleite, siendo S. Vicente la última gran metrópolis de la morna, con exponentes comoB. Leza, Luís RendallBau o Manuel de Novas, e intérpretes como Cesária o Bana.

Luego está la interminable ruta de las discotecas donde, junto con la música propia de estos lugares se pueden encontrar, a veces de la forma más improbable, artistas populares dotados de apreciables talentos, que demuestran que la música vive en el alma de los caboverdianos.

Los desfiles de moda, cada vez más frecuentes en la capital de la cultura caboverdiana, son, al mismo tiempo, señal del desarrollo de la industria de confecciones en Mindelo, y una oportunidad que no se debe perder para mostrar a propios y ajenos la belleza de las muchachas de la isla.

Y para los más refinados, el teatro está a cargo en Mindelo de la compañía Mindelact, con tradición arraigada en la ciudad desde hace casi 20 años.

Así pues, las noches tropicales y cosmopolitas de Mindelo son una experiencia sin la cual no se puede considerar completa una visita a Cabo Verde.

El antiguo Grémio, bien conocido por todos los mindelenses, dio lugar hace algunos años a un espacio multicultural, con salas de reuniones y espectáculos, biblioteca y museo, y constituye actualmente uno de los mayores atractivos del mundo de la cultura en Cabo Verde.

El Carnaval, celebración catártica de origen portugués, pero reimportada de Brasil, reproduce aquí el esplendor y la organización del Carnaval de Río, internacionalmente famoso, es actualmente, al igual que el Festival de Bahía das Gatas, una de las fiestas más importantes de la isla. Los festejos comienzan la tarde del Domingo que precede al inicio de la Cuaresma, culminan el martes de Carnaval y concluyen con la elección de la reina el miércoles de ceniza, que en todo Cabo Verde es una de las fiestas más importantes, una especie de despedida de la fiesta y la abundancia para la entrada en el rigor del ayuno y de la abstinencia que la Iglesia manda guardar en el período de 40 días que precede a la Pascua.

Sin embargo, no sólo de Mindelo vive la isla de São Vicente. La isla es un lugar polifacético, donde parece que se reúnen todas las características que convierten Cabo Verde en un país único e inconfundible.

Viajando hacia el Este desde la capital comienzan a surgir encantadoras playas, apropiadas para quien desee desacelerar el ritmo de una noche intensa. En Baía das Gatas el mar es tranquilo, cristalino y forma una piscina protegida por un extenso muro, que proporciona momentos únicos disfrute. El lugar es internacionalmente conocido, y no sólo por su belleza: todos los años, en el fin de semana de luna llena de agosto, se celebra aquí desde 1984 un grandioso festival de música que se ha hecho famoso y atrae a gente de todo el archipiélago, pero también de muchos países extranjeros, que transforman Baía en un extenso campamento en el que se asientan numerosas familias mindelenses.

Una escapada a la playa deSalamansa o a las playas que adornan la costa Norte, ahora comunicadas por una carretera que une Baía con Praia Grande y Calhau, seguida de una ascensión al Monte Verde, el punto más alto de la isla (774 m), culmina el disfrute de sus principales atractivos, en vísperas del inicio de la construcción de las distintas infraestructuras turísticas que prometen transformar profundamente el paisaje, de lo que hoy es la oferta turística y económica de S. Vicente, cuyo aeropuerto internacional, está a la espera de las obras que permitirán el tráfico de los vuelos que hasta ahora ni se podían imaginar.

La isla proporciona asimismo condiciones naturales que se adaptan a los intereses particulares del viajero. Cerca del aeropuerto, la playa de São Pedro, con el mar más vivo y los vientos más fuertes, es un paraíso soñado por los practicantes de windsurf de alta velocidad, con uno de los mejores hoteles de la isla, además de la citada playa de Calhau, al Este, la playa de Topim, al Sur, con accesos un poco más difíciles, pero nada que los audaces practicantes de surf no superen para disfrutar de condiciones únicas propicias para la práctica de la modalidad.
Sin salir de Mindelo, los amantes de la playa pueden satisfacer sus gustos en Laginha, ahora recuperada para ser plenamente utilizada.

Por todo ello, ningún viajero podrá afirmar que no encontró en la isla de S. Vicente condiciones para satisfacer sus deseos y su curiosidad, tanto las más comunes o las más adaptadas al gusto de cada uno. Todo ello en poco más de 200 kilómetros cuadrados – 227 si queremos ser más exactos, poblados por unos 100.000 habitantes, simpáticos y acogedores.

Descubierta el 22 de enero de 1462, la isla de São Vicente, nombre del santo del día, como era tradición, tuvo una población tardía, más de dos siglos después de Santiago, entre 1794 y 1850. Eso no impidió el acelerado crecimiento y la transformación de la isla en un palpitante espacio cosmopolita, económico, cultural y natural, donde se puede encontrar a cada paso, preciosos ejemplos de tradición africana, pero que aquí fue mucho más marcada por contribuciones de otros orígenes, no sólo la portuguesa, como la inglesa, e incluso la japonesa y brasileña.

A ello contribuyó el rápido desarrollo económico de la región, que siguió a la población, vinculado a la apertura de los puertos coloniales portugueses, a la navegación extranjera y a la instalación de compañías inglesas de carbón, sustituido más tarde por el abastecimiento de otros combustibles. A tal punto, que la Capitanía de los Puertos de Cabo Verde pasó de la playa a Mindelo en 1881.

La ciudad de Mindelo es la capital de la isla y una de las más dinámicas de Cabo Verde, principalmente desde el punto de vista de la actividad económica y cultural. Su desarrollo se basó, en gran medida, en el funcionamiento del Porto Grande, fundamental para la historia de la navegación del país. El puerto se construyó en la hermosa bahía de aguas profundas más vistosas que rodea la ciudad, y que le está eternamente asociada, un signo que, sin duda, conquistó fama fuera del archipiélago. En los muelles, son más numerosos cada año los cruceros que traen turistas a esta isla.

Mientras que, en el lugar del muelle más antiguo, hace pocos años se instaló un puerto deportivo, ya frecuentado por numerosos barcos de recreo.

La cuna de Mindelo fue Pracinha da Igreja, a partir de la cual se trazaron las primeras calles y se levantaron las primeras casas. Dos grandes influencias marcaron en gran medida el crecimiento de la ciudad, caracterizándola para siempre por su cosmopolitismo: la colonial portuguesa y la británica. A cada paso del viajero, los hermosos edificios de Mindelo son testigos de esos orígenes que hacen las delicias de los historiadores y arquitectos empeñados en la tarea de conservación del patrimonio construido. Destacan, por ejemplo, el Palacio del Gobierno (actual Palacio dela Presidencia) y el Ayuntamento, que requiere una mirada atenta. La Rua de Lisboa, centro neurálgico de la ciudad, con el Palacio a lo alto y la escultura del águila, que conmemora la primera travesía aérea del Atlántico realizada por Gago Coutinho en el puerto, concentra el comercio más tradicional, incluyendo el Mercado, así como cafés y otros establecimientos que conservan el aroma de su rica Historia. Curiosidad suscita también el edificio de la Capitanía, réplica de la lisboeta Torre de Belém levantada en la Avenida Marginal.

Mindelo también impresiona cuando se observa globalmente, a distancia. El punto ideal para hacerlo es el Fortim do Rei, la construcción más antigua y elevada de la ciudad, que data de 1852. La vista panorámica que se divisa desde ahí es imponente, destacando el contraste entre la extensa mancha de construcciones, ordenadas, coloridas y bien cuidadas, y la aridez del paisaje circundante, en forma de anfiteatro, realzado, por el lado opuesto de la Bahía, más allá de Lazareto, el Monte Cara, una referencia de la isla. La naturaleza y el movimiento de los elementos se encapricharon en dotar a esta elevación con un perfil que, visto desde la ciudad se asemeja a un gigantesco rostro humano.

Un exponente de la cultura de Cabo Verde es, en Mindelo, junto a la música y la danza, la artesanía, un museo vivo que alberga algunos de los más importantes aspectos de la evolución de la cultura del país, desde los tiempos más remotos de la población. Desde la alfarería hasta la pintura y la tapicería, esta última con un desarrollo apreciable, que se percibe en las numerosas piezas que decoran muchos de los hoteles y otros edificios públicos en todo el archipiélago. Hay que destacar asimismo la fabricación de instrumentos musicales de cuerda, especialmente violones y “cavaquinhos”, que alimentan en buena parte la inclinación del caboverdiano, en especial el mindelense por la música.

Los jóvenes y menos jóvenes interesados en tener un contacto con estos caminos del arte, pueden disfrutar aquí de una formación específica, contribuyendo igualmente de esta manera a que no desaparezcan manifestaciones artísticas profundamente asociadas a la idiosincrasia del pueblo de Cabo Verde.

Y cuando llega la noche, Mindelo no se retira a descansar. Las cálidas noches en la ciudad son inolvidables, al igual que las manifestaciones de la pujanza cultural del país y de la isla de São Vicente. Tierra de poetas y todo tipo de artistas de las más variadas expresiones, Mindelo deja recuerdos únicos en el visitante de la ciudad y siente el pulso de sus noches tropicales.

Las calles se llenan espontáneamente de fiesta; los sonidos mágicos de las mornas entonadas por dolientes violones y voces penetrantes, salen de los restaurantes donde la gastronomía tradicional proporciona momentos de deleite, siendo S. Vicente la última gran metrópolis de la morna, con exponentes comoB. Leza, Luís RendallBau o Manuel de Novas, e intérpretes como Cesária o Bana.

Luego está la interminable ruta de las discotecas donde, junto con la música propia de estos lugares se pueden encontrar, a veces de la forma más improbable, artistas populares dotados de apreciables talentos, que demuestran que la música vive en el alma de los caboverdianos.

Los desfiles de moda, cada vez más frecuentes en la capital de la cultura caboverdiana, son, al mismo tiempo, señal del desarrollo de la industria de confecciones en Mindelo, y una oportunidad que no se debe perder para mostrar a propios y ajenos la belleza de las muchachas de la isla.

Y para los más refinados, el teatro está a cargo en Mindelo de la compañía Mindelact, con tradición arraigada en la ciudad desde hace casi 20 años.

Así pues, las noches tropicales y cosmopolitas de Mindelo son una experiencia sin la cual no se puede considerar completa una visita a Cabo Verde.

El antiguo Grémio, bien conocido por todos los mindelenses, dio lugar hace algunos años a un espacio multicultural, con salas de reuniones y espectáculos, biblioteca y museo, y constituye actualmente uno de los mayores atractivos del mundo de la cultura en Cabo Verde.

El Carnaval, celebración catártica de origen portugués, pero reimportada de Brasil, reproduce aquí el esplendor y la organización del Carnaval de Río, internacionalmente famoso, es actualmente, al igual que el Festival de Bahía das Gatas, una de las fiestas más importantes de la isla. Los festejos comienzan la tarde del Domingo que precede al inicio de la Cuaresma, culminan el martes de Carnaval y concluyen con la elección de la reina el miércoles de ceniza, que en todo Cabo Verde es una de las fiestas más importantes, una especie de despedida de la fiesta y la abundancia para la entrada en el rigor del ayuno y de la abstinencia que la Iglesia manda guardar en el período de 40 días que precede a la Pascua.

Sin embargo, no sólo de Mindelo vive la isla de São Vicente. La isla es un lugar polifacético, donde parece que se reúnen todas las características que convierten Cabo Verde en un país único e inconfundible.

Viajando hacia el Este desde la capital comienzan a surgir encantadoras playas, apropiadas para quien desee desacelerar el ritmo de una noche intensa. En Baía das Gatas el mar es tranquilo, cristalino y forma una piscina protegida por un extenso muro, que proporciona momentos únicos disfrute. El lugar es internacionalmente conocido, y no sólo por su belleza: todos los años, en el fin de semana de luna llena de agosto, se celebra aquí desde 1984 un grandioso festival de música que se ha hecho famoso y atrae a gente de todo el archipiélago, pero también de muchos países extranjeros, que transforman Baía en un extenso campamento en el que se asientan numerosas familias mindelenses.

Una escapada a la playa deSalamansa o a las playas que adornan la costa Norte, ahora comunicadas por una carretera que une Baía con Praia Grande y Calhau, seguida de una ascensión al Monte Verde, el punto más alto de la isla (774 m), culmina el disfrute de sus principales atractivos, en vísperas del inicio de la construcción de las distintas infraestructuras turísticas que prometen transformar profundamente el paisaje, de lo que hoy es la oferta turística y económica de S. Vicente, cuyo aeropuerto internacional, está a la espera de las obras que permitirán el tráfico de los vuelos que hasta ahora ni se podían imaginar.

La isla proporciona asimismo condiciones naturales que se adaptan a los intereses particulares del viajero. Cerca del aeropuerto, la playa de São Pedro, con el mar más vivo y los vientos más fuertes, es un paraíso soñado por los practicantes de windsurf de alta velocidad, con uno de los mejores hoteles de la isla, además de la citada playa de Calhau, al Este, la playa de Topim, al Sur, con accesos un poco más difíciles, pero nada que los audaces practicantes de surf no superen para disfrutar de condiciones únicas propicias para la práctica de la modalidad.
Sin salir de Mindelo, los amantes de la playa pueden satisfacer sus gustos en Laginha, ahora recuperada para ser plenamente utilizada.

Por todo ello, ningún viajero podrá afirmar que no encontró en la isla de S. Vicente condiciones para satisfacer sus deseos y su curiosidad, tanto las más comunes o las más adaptadas al gusto de cada uno. Todo ello en poco más de 200 kilómetros cuadrados – 227 si queremos ser más exactos, poblados por unos 100.000 habitantes, simpáticos y acogedores.

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