Organización militar y sistema de defensa del siglo XV al siglo XVII

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Aparte del poder civil, el poder militar también se organizó, aunque más lentamente, ya que el monopolio del comercio de Guinea no planteaba grandes problemas de seguridad para los armadores, hasta que comenzaron los ataques corsarios y piratas, a mediados del siglo XVI. Encuadrado por escuderos, hidalgos y caballeros de la Orden de Santiago, así como por algunos militares de carrera y técnicos de artillería, reinoles y extranjeros, mandados venir para formar a las milicias, el ejército se fue constituyendo en Compañías de Milicia, más tarde transformadas en Compañías de Ordenanzas, que en 1570 ya eran efectivas. En 1582 se contaban en Santiago cuatro Compañías de Ordenanzas (3 en Ribeira Grande y una en Playa) y otra en Fogo. Con una media de 250 soldados cada una, el ejército se componía en la época por unos 1.000 soldados.

Al mando del ejército se encontraba el todopoderoso capitán mayor, terrateniente con sede en la capital, que ejercía durante 3 años y nombraba a los capitanes, oficiales y sargentos de las compañías.

El servicio militar no era pagado, y los señores eran llamados a colaborar con el ejército, cediendo soldados de su personal, a los cuales tenían la obligación de entrenar y acudir a los combates. Sin embargo un pequeño número de cargos especializados (bombarderos, armeros, hacheros) era remunerado, constituyendo de este modo un cuerpo de militares de carrera. Los hacheros desempeñaban una función preventiva importante, comunicando mediante luces entre puestos estratégicos de vigilancia (Forte Real de S. Filipe, Ribeirão Baltazar Correia, S. Martinho, Monte Vermelho, Playa Negra, Pescadeiro Alto), cuando avistaban barcos piratas dirigiéndose a Ribeira Grande o Praia.

En 1593 se termina el Forte Real de S. Filipe que, junto al Forte de Santa Marta, al Oeste, y los baluartes a la entrada del puerto, pasan a dar mayor seguridad a Ribeira Grande, después de que el español Diego Flores de Valdez hubiera relatado al Rey Felipe II de España, también rey de Portugal en la época, la precaria situación en la que se encontraba la capital, a merced de los ataques corsarios.

En Praia también se levanta un baluarte, y se levantan algunas vigías en otros puntos estratégicos de defensa, en Santiago y en Fogo.

En cuanto a la marina, las islas son dotadas por el reino de dos galeones, que patrullan sobre todo los ríos de Guinea para frenar el comercio ilegal, 6 zabras para patrullar las costas en las islas, 2 galeones, una nao, y 5 carabelas. Esta flota era dirigida por 750 militares de la marina y tenía la misión de defender los puertos de Cabo Verde y Guinea, muy particularmente Ribeira Grande, Praia y Cacheu, de patrullar los navíos mercantes y de cazar a piratas y corsarios.

Aparte del poder civil, el poder militar también se organizó, aunque más lentamente, ya que el monopolio del comercio de Guinea no planteaba grandes problemas de seguridad para los armadores, hasta que comenzaron los ataques corsarios y piratas, a mediados del siglo XVI. Encuadrado por escuderos, hidalgos y caballeros de la Orden de Santiago, así como por algunos militares de carrera y técnicos de artillería, reinoles y extranjeros, mandados venir para formar a las milicias, el ejército se fue constituyendo en Compañías de Milicia, más tarde transformadas en Compañías de Ordenanzas, que en 1570 ya eran efectivas. En 1582 se contaban en Santiago cuatro Compañías de Ordenanzas (3 en Ribeira Grande y una en Playa) y otra en Fogo. Con una media de 250 soldados cada una, el ejército se componía en la época por unos 1.000 soldados.

Al mando del ejército se encontraba el todopoderoso capitán mayor, terrateniente con sede en la capital, que ejercía durante 3 años y nombraba a los capitanes, oficiales y sargentos de las compañías.

El servicio militar no era pagado, y los señores eran llamados a colaborar con el ejército, cediendo soldados de su personal, a los cuales tenían la obligación de entrenar y acudir a los combates. Sin embargo un pequeño número de cargos especializados (bombarderos, armeros, hacheros) era remunerado, constituyendo de este modo un cuerpo de militares de carrera. Los hacheros desempeñaban una función preventiva importante, comunicando mediante luces entre puestos estratégicos de vigilancia (Forte Real de S. Filipe, Ribeirão Baltazar Correia, S. Martinho, Monte Vermelho, Playa Negra, Pescadeiro Alto), cuando avistaban barcos piratas dirigiéndose a Ribeira Grande o Praia.

En 1593 se termina el Forte Real de S. Filipe que, junto al Forte de Santa Marta, al Oeste, y los baluartes a la entrada del puerto, pasan a dar mayor seguridad a Ribeira Grande, después de que el español Diego Flores de Valdez hubiera relatado al Rey Felipe II de España, también rey de Portugal en la época, la precaria situación en la que se encontraba la capital, a merced de los ataques corsarios.

En Praia también se levanta un baluarte, y se levantan algunas vigías en otros puntos estratégicos de defensa, en Santiago y en Fogo.

En cuanto a la marina, las islas son dotadas por el reino de dos galeones, que patrullan sobre todo los ríos de Guinea para frenar el comercio ilegal, 6 zabras para patrullar las costas en las islas, 2 galeones, una nao, y 5 carabelas. Esta flota era dirigida por 750 militares de la marina y tenía la misión de defender los puertos de Cabo Verde y Guinea, muy particularmente Ribeira Grande, Praia y Cacheu, de patrullar los navíos mercantes y de cazar a piratas y corsarios.

Autoria/Fonte

Armando Ferreira

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